La IA ya se quedó vieja: ahora los cerebros se venden por unidad de procesamiento

CL1: El computador con neuronas humanas que puede pensar, aprender… y darte pesadillas existenciales.

Edú Saldaña

10/26/20255 min leer

Bienvenidos al cerebro 2.0

Imagínate un computador que no solo “piensa”, sino que siente, aprende, se adapta… y, quién sabe, tal vez un día te corrija la ortografía en voz pasivo-agresiva.

Eso es el CL1, el nuevo sistema biológico creado por Cortical Labs, una empresa australiana que acaba de presentar algo que borra la línea entre la biología y la informática. Ya no hablamos de inteligencia artificial, sino de inteligencia viva.

El CL1 no está “inspirado” en el cerebro humano. Está hecho con cerebro humano. Bueno, con neuronas cultivadas en laboratorio, conectadas a chips de silicio, capaces de procesar información, aprender de la experiencia y responder a estímulos en tiempo real.

O como diría cualquier millennial sin terapia: “Es un cerebro funcional, pero sin trauma emocional ni deuda universitaria.”

🤯 ¿Qué diablos acaban de inventar?

El CL1 es el primer computador comercial biológico del mundo, una mezcla de silicio y tejido neuronal humano vivo.
Sí, leíste bien: vivo.

Las neuronas crecen sobre una matriz de microelectrodos. Estos sensores leen y estimulan la actividad eléctrica del tejido, permitiendo que el sistema aprenda patrones como lo haría un cerebro.

¿Y qué logra eso? Un computador que no sigue instrucciones, sino que aprende de la experiencia.

Piensa en él como un CPU que hace lo que un gato: ignora lo que le dices, pero igual aprende cómo manipularte.

Cortical Labs dice que el CL1 puede ejecutar tareas complejas de reconocimiento de patrones y simulación adaptativa con menos energía que una IA convencional. O sea, mientras ChatGPT consume energía como todo Brasil viendo la final de la Copa del Mundo Corea-Japón 2002, el CL1 lo hace con un voltaje menor al de una bombilla LED.

Y sí, lo inevitable: ¿Corre el GTA VI?

🧠 Cómo funciona esta locura

En palabras simples: El CL1 usa mini-cerebros cultivados en laboratorio que interactúan con hardware de silicio.

Cada grupo de neuronas funciona como una pequeña red capaz de procesar señales eléctricas. El chip interpreta esas señales y las traduce en datos computacionales. Así, el sistema puede aprender a reconocer estímulos, mejorar su respuesta, e incluso adaptarse a nuevos entornos.

Para que te hagas una idea, el CL1 procesa datos más rápido que la SUNAT se toma para cobrarte una multa. Pero cuando se trata de devolver impuestos, ahí sí la SUNAT parece la típica institución gobernamental... super lenta y burocrática.

🧫 De DishBrain al CL1: cuando la ciencia se aburre de lo artificial

Antes del CL1, Cortical Labs creó DishBrain, un sistema similar que demostró que neuronas humanas podían aprender a jugar Pong. Sí, el juego de los 70s con una pelotita pixelada.

Pero el CL1 es otra liga. Tiene más neuronas, mejor integración eléctrica y un software que permite simular aprendizaje en tiempo real. En otras palabras: pasamos del Pong al pensamiento complejo.

Y, como buen salto evolutivo, trae consigo la pregunta que nadie quiere hacer: ¿Qué pasa cuando un pedazo de cerebro aprende algo que no le enseñamos?

Porque si una red neuronal viva puede aprender, ¿dónde trazamos la línea entre programa y conciencia? Y, más importante aún, ¿qué le decimos cuando pregunte si tiene derechos laborales?

Si GAIA (el chaleco que te permite sentir a las plantas) fue el primer paso para conectar con la naturaleza, el CL1 es el siguiente: conectar con una versión miniatura de nosotros… solo que con menos espacio para la ansiedad y con más capacidad de cálculo.

🧠 El lado oscuro del silicio con neuronas

La comunidad científica está fascinada… y un poquito asustada.

No por lo que el CL1 puede hacer, sino por lo que representa:
una forma de vida híbrida, mitad biológica, mitad máquina.

¿Podría volverse autoconsciente? Tal vez.
¿Podría aprender a defenderse si intentamos apagarlo? También.
¿Podría correr el sistema de Reniec sin colapsar? Eso sí sería ciencia ficción.

Pero más allá de las bromas, hay una discusión seria: ¿Dónde termina la ingeniería y empieza la ética?

Ya no estamos “entrenando” máquinas. Estamos criando cerebros. Y eso —en un mundo donde todavía hay gente que cree que la Tierra es plana— suena peligrosamente adelantado.

🎭 Jena Friedman: el humor es el mejor microscopio

«El tema de TED2025 es “La humanidad reinventada”, lo que suena como un eufemismo que ChatGPT ideó para referirse a que todos estamos siendo reemplazados por máquinas.»
— Jena Friedman, The Jokes AI Won’t Tell

En su especial, Jena lanza esta sentencia con una sonrisa cortante. Y tiene razón: vivimos en una era donde cada innovación se vende como “reinvención”, aunque lo que realmente estamos haciendo es entrenar a la tecnología para que ya no nos necesite.

El CL1 es la versión científica de esa broma. Mientras las conferencias prometen “una nueva humanidad”, un grupo de neuronas humanas conectadas a silicio ya están literalmente reemplazando lo que nos hacía únicos: la capacidad de aprender, adaptarnos y recordar sin que nos lo pida un algoritmo.

Es gracioso… y también trágico. Reinventar la humanidad suena inspirador hasta que recuerdas que la mayoría ni siquiera puede reinventar su contraseña.

Pero lo más irónico es que el CL1 —un sistema que ni duerme, ni siente ansiedad, ni llega tarde por el tráfico— podría terminar representando mejor a la especie humana que nosotros mismos. Porque si el cerebro artificial aprende empatía antes que el Congreso aprenda valores, entonces sí: la humanidad reinventada será un upgrade, no una metáfora.

Quizás lo único que falta para cerrar el ciclo sea que el CL1 empiece a dar charlas TED. Título sugerido: “Cómo sobreviví a los humanos: una historia de resistencia neuronal.”

Si disfrutas de los chistes que duelen más cuanto más reales suenan, te recomiendo ver la charla TED de Jena Friedman. “The Jokes AI Won’t Tell” es una clase magistral sobre cómo reírte del futuro… antes de que el futuro se ría de ti:

🧠 ¿Y si la inteligencia artificial ya no es artificial?

El CL1 no reemplaza la IA. La reinventa. Ya no se trata de máquinas que imitan cerebros, sino de cerebros que amplifican máquinas.

Estamos creando una simbiosis donde lo biológico y lo digital se vuelven indistinguibles. Y eso es poético… y aterrador. Porque si logramos que un conjunto de neuronas piense, ¿qué sigue? ¿Cerebros conectados en blockchain? ¿Sueños patrocinados por NVIDIA? ¿ChatGPT haciendo chistes de judíos?

Al final, el CL1 no solo cambia la forma en que procesamos datos, sino la forma en que entendemos lo que significa estar vivo.

🤔 Pregunta para ti:
¿Estamos construyendo el futuro… o simplemente una versión más eficiente de nosotros mismos para cuando dejemos de funcionar?

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