
El Verdadero Costo de la Transición Verde: ¿Puede la Economía Ecológica Salvarnos?
Explora cómo las desigualdades globales impulsan la degradación ambiental, la macroeconomía ecológica del dilema Centro-Periferia, y por qué soluciones como el Proyecto Venus desafían los sistemas rotos de hoy.
Edú Saldaña
5/8/20246 min leer
¿Economía Ecológica o Explotación Global? El Dilema Centro-Periferia y el Verdadero Costo de la Naturaleza
¿Qué tal si te dijera que la obsesión global por la “Finanza Verde” es una distracción del verdadero problema? ¿Qué pasaría si nuestros sistemas económicos actuales no solo no están protegiendo el medio ambiente, sino que activamente lo están empeorando? Esta es una de las discusiones clave en la investigación "Ecological Macroeconomics for a Shared Planet: towards a Global Political Ecology of Money, Finance and Production" publicada por el PhD. Jeffrey Althouse. No se trata solo de resolver el cambio climático, sino de reconocer cómo el propio sistema financiero global, estructurado en torno a la división Norte-Sur, perpetúa la desigualdad y la destrucción ecológica.
Nos dicen que “más inversiones verdes” resolverán todo, pero esta narrativa convenientemente ignora cómo las desigualdades globales impulsan la degradación ambiental. La investigación del Dr. Althouse y nuestra discusión posterior en un café virtual revelan las fallas más profundas de estos sistemas. ¿Cómo podemos lograr una verdadera sostenibilidad cuando los países más responsables del cambio climático también son los que tienen más capacidad para protegerse de sus peores efectos? No se trata solo del medio ambiente. Se trata de vidas humanas, explotación y un sistema diseñado para beneficiar a unos pocos a expensas de muchos.
La Desconexión Humano-Naturaleza
Nuestros sistemas económicos han visto durante mucho tiempo la naturaleza como nada más que un recurso para ser explotado. Como discutimos con el Dr. Althouse, esta visión instrumental de la naturaleza está en el corazón de la macroeconomía ecológica. La idea de que la naturaleza es simplemente un insumo para el crecimiento económico refleja un peligroso desapego de lo que realmente nos sostiene. Esto no es solo teórico. George Carlin capturó la absurdidad de esta mentalidad con su famosa frase: “El planeta no va a ninguna parte. Nosotros sí.”
Mira a tu alrededor: la forma en que interactuamos con la naturaleza es fundamentalmente insostenible. Ya sea deforestación, extracción de combustibles fósiles o agricultura de monocultivo, la explotación de los recursos naturales está entretejida en el mismo tejido de nuestra economía global. Todo está mercantilizado. Incluso el aire que respiramos se ha convertido en un activo en los mercados de carbono. Y aquí está el punto: la financiarización de la naturaleza, como se discutió con el Dr. Althouse, convierte la vida misma en algo que se puede comercializar. Recuerda el Acuerdo de Monsanto de los años 90, cuando la propiedad intelectual se extendió a los organismos genéticamente modificados (OGM), mercantilizando la vida biológica. La naturaleza se convirtió en un activo comercial, y no nos dimos cuenta.
En la macroeconomía ecológica, esta visión instrumental de la naturaleza se reconoce como parte del problema. Al igual que el comentario sarcástico de Carlin sobre cómo intentamos “salvar el planeta” mientras ignoramos por completo lo mal que están nuestras sociedades, nuestros sistemas financieros ven la naturaleza a través de una lente estrecha y explotadora. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad para entender que la naturaleza no es solo otra mercancía, es nuestra línea de vida.
El Dilema Centro-Periferia: Desigualdad a Escala Global
El dilema Centro-Periferia es uno de los conceptos más críticos para entender la crisis ambiental global. La economía global opera de manera que beneficia desproporcionadamente al centro—las naciones más ricas—mientras que la periferia—los países en desarrollo—soporta el peso de la destrucción ambiental. Los mismos países que contribuyen menos a la degradación ambiental son los más afectados por ella.
En nuestra conversación, el Dr. Althouse destacó cómo los países de bajos ingresos están atrapados en un círculo vicioso. Para mantener la estabilidad económica, se ven presionados a exportar materias primas a precios bajos, alimentando el crecimiento de las naciones más ricas. Sin embargo, al hacerlo, estos países están erosionando sus propios recursos naturales y empeorando sus condiciones ambientales. Piénsalo: países como Perú, Brasil, Indonesia y la República Democrática del Congo albergan algunos de los ecosistemas más biodiversos del mundo, pero también son algunos de los más explotados por la extracción de materias primas. ¿El resultado? Una situación de perder-perder donde la pérdida de biodiversidad se acelera y la pobreza se profundiza.
Según un informe del UNEP, más del 90% de las pérdidas de biodiversidad y más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero están vinculadas a la extracción y procesamiento de materias primas. Esta explotación perpetúa las mismas desigualdades que vemos en todas partes: los países ricos continúan extrayendo recursos y mano de obra de las naciones más pobres mientras se aíslan de los peores impactos del daño ambiental. Es un sistema perverso, como diría George Carlin: 'Es un gran club, y tú no estás en él.' La explotación no es solo ambiental, está fundamentalmente ligada a las vidas humanas, dejando al Sur Global atrapado en un ciclo de dependencia y daño ambiental.
El Proyecto Venus: Una Reimaginación Radical de las Relaciones Humano-Naturaleza
Entonces, ¿cuál es la solución? En nuestra discusión con el Dr. Althouse, compartí marcos alternativos, particularmente la Economía Basada en Recursos postulada en el Proyecto Venus de Jacque Fresco. El Proyecto Venus ofrece una salida radical a los modelos económicos tradicionales, imaginando un mundo donde los recursos se gestionan de manera sostenible para el beneficio de todos, no solo de los pocos ricos.
En esencia, es un sistema económico diseñado en torno a las necesidades de la humanidad y el medio ambiente, en lugar de la búsqueda implacable del lucro. La investigación del Dr. Althouse profundiza en cómo un sistema así podría desafiar la financiarización de la naturaleza, proporcionando una alternativa a la explotación del sistema actual del medio ambiente y las comunidades marginadas. Imagina un mundo donde la naturaleza no es una mercancía para ser comercializada, sino un recurso compartido que debe ser nutrido y protegido.


Esto no es solo un sueño utópico. El marco macroeconómico ecológico reconoce que nuestros sistemas actuales son inadecuados para abordar la magnitud de la crisis ambiental. A medida que el cambio climático se acelera, afectará desproporcionadamente a los más pobres y vulnerables. Una Economía Basada en Recursos podría proporcionar un camino hacia un futuro más justo y sostenible. Pero aquí está el problema: implementar un sistema así requeriría desmantelar las mismas estructuras de poder que se benefician del statu quo.
Carlin lo dijo mejor: “La Tierra estará aquí mucho después de que nos hayamos ido.” No es el planeta el que está en riesgo, somos nosotros. Y si no repensamos nuestra relación con la naturaleza, nos estamos preparando para el fracaso.
¿Finanzas Verdes: Una Distracción Conveniente?
Como argumenta la investigación del Dr. Althouse, el enfoque en llenar la llamada “brecha de financiamiento verde” es solo otra distracción conveniente. Claro, más dinero podría ayudar a mitigar algunos de los impactos inmediatos del cambio climático, pero no resolverá el problema de raíz. La verdad es que los grupos poderosos que controlan la economía global están utilizando el lenguaje de la sostenibilidad para perpetuar su dominio.
Las Finanzas Verdes, tal como se presentan hoy en día, se centran en ganar dinero a costa de la destrucción ambiental. Los mercados de carbono, por ejemplo, permiten que las empresas continúen contaminando mientras pagan por los créditos de carbono—una carta de salida de la cárcel para los ricos, mientras que los pobres y vulnerables soportan el peso del daño. Este enfoque en la financiarización esquiva los cambios estructurales profundos necesarios para abordar las desigualdades globales y la desconexión entre el ser humano y la naturaleza.
Necesitamos más que simples inversiones “verdes”. Necesitamos una redistribución global de los recursos y un cambio fundamental en cómo vemos nuestra relación con la naturaleza. La Economía Basada en Recursos del Proyecto Venus ofrece un vistazo de lo que podría ser posible, pero requerirá una reimaginación radical de nuestros sistemas, y eso es algo para lo que la mayoría de las personas no están preparadas.
Conclusión
En conclusión, la investigación del Dr. Althouse nos recuerda que sin un cambio sistémico, cualquier intento de una transición ecológica será insuficiente. La división centro-periferia, la financiarización de la naturaleza y la explotación de las comunidades marginadas están todas interconectadas. Si realmente queremos abordar el cambio climático y crear una sociedad global más justa, necesitamos repensar los mismos fundamentos de nuestros sistemas económicos.
Así que, aquí está mi pregunta para ti: ¿Estás listo para desafiar el statu quo? ¿Puedes imaginar un mundo donde la naturaleza no sea una mercancía, donde los recursos se compartan en beneficio de todos y donde las desigualdades globales se enfrenten de manera directa?
Si esto resuena contigo, te invito a seguirme en las redes sociales para estar al tanto de mis próximas publicaciones en el blog, donde seguiré explorando estos temas urgentes. Mantengamos la conversación, profundicemos en las soluciones y desafiemos juntos el statu quo. Porque si no lo hacemos, ¿quién lo hará?


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