
Kant soñó con un mundo sin guerras... y nosotros seguimos peleando en hilos de Twitter
Lo que Kant, la razón y el cosmopolitismo pueden enseñarnos sobre sobrevivir al siglo XXI (sin matarnos en el intento).
Edú Saldaña
4/9/20255 min leer
Kant, el viajero inmóvil
Immanuel Kant nunca salió de su ciudad natal, pero eso no le impidió pensar el mundo entero. Mientras tú sigues discutiendo con desconocidos en Twitter sobre política internacional sin saber dónde está Lituania, Kant ya en el siglo XVIII se preguntaba: “¿Y si toda la humanidad tuviera una sola historia?”
En plena era de guerras, colonialismo y egos con corona, propuso una idea radical: una historia universal con sentido cosmopolita, donde las naciones cooperen en vez de competir. Un sueño raro en un mundo donde seguimos discutiendo si los migrantes tienen derecho a existir. Suena idealista, sí. Pero también es urgente.


El plan secreto de la naturaleza: Kant explicó nuestra toxicidad grupal antes de que existieran los chats de familia
Kant creía que la naturaleza tenía un plan oculto: que la razón se desarrolle completamente en la especie humana. No en mí, no en ti (sorry), sino en todos nosotros como humanidad. Pero como la naturaleza no da pasos sin drama, su herramienta favorita para hacernos evolucionar es...
El conflicto.
Y aquí viene el primer giro filosófico: es la tensión entre nuestra necesidad de vivir en sociedad y nuestro egoísmo lo que nos obliga a organizarnos. Es el típico caso donde el caos te obliga a madurar. Como cuando viví con roomies: no quería aprender a lavar platos, pero la biología microbiana me obligó.
Kant lo llamó "sociabilidad insociable": nos necesitamos para sobrevivir, pero nos cuesta aguantarnos. Nos juntamos, sí, pero más por interés que por amor al prójimo. Básicamente, evolucionamos no porque seamos buenos compañeros de equipo, sino porque no nos queda otra que aprender a convivir sin tirarnos los platos.


El cosmopolitismo: una utopía racional (o una locura cuerda)
Kant imaginó una "confederación de naciones" basada en leyes comunes, no en ejércitos ni muros. No se trata de eliminar la diversidad ni forzar la unidad, sino de cooperar desde la diferencia.
Su propuesta incluía:
Un marco jurídico internacional: Un conjunto de leyes compartidas para que ningún Estado haga lo que se le antoje en nombre de la soberanía. Ejemplo: Tribunales internacionales que juzgan crímenes de guerra... y que sí ejecutan sus sentencias... Cof cof... Netanyahu. Cof cof... impunidad selectiva.
Respeto por los derechos humanos: Antes de que existiera la ONU o las declaraciones de derechos, Kant ya hablaba de dignidad humana. Por ejemplo, prohibir la esclavitud o garantizar asilo a quienes huyen de conflictos. Y no, no basta con exigir inclusión usando 'elles' en tu centro laboral "crystal-friendly": la verdadera inclusión sería aprender lenguaje de señas, señalizar todo en braille y dejar de asumir que todos tienen WiFi... ¡ya dejen de pedirme que comparta datos!
Interdependencia económica: Cuando los países dependen unos de otros para sobrevivir, es menos probable que se maten. ¿China y EE. UU.? Rivales, pero no se disparan (por ahora) porque comparten millones en comercio. ¿Acaso tú romperías palitos con el socio con el que montaste una empresa rentable solo porque te cae mal? No, simplemente aguantas... y sonríes en las reuniones.
Y para quienes preguntan por qué deberíamos preocuparnos por esto si “yo solo quiero pagar mi viaje a Europa”, te lo pongo con otras palabras: El progreso sin ética es como enseñarle a P. Diddy a cambiar pañales. Es útil, pero no para los fines correctos.
Ricky Gervais y Kant: separados al nacer
En una entrevista, el comediante Gervais dice: “Es un mito extraño que los ateos no tengan nada por qué vivir. Es todo lo contrario. No tenemos nada por qué morir. Tenemos todo por lo que vivir.”
Eso, mi querido lector, es básicamente Kant: la libertad implica responsabilidad moral. En ausencia de creencias religiosas, la responsabilidad de vivir una vida ética recae completamente en el individuo, sin esperar recompensas o castigos en una vida después de la muerte. La libertad conlleva una responsabilidad moral inherente. Y si sabemos que algo está mal, no podemos decir "así soy yo" y culpar al horóscopo o a Mercurio retrógrado.
Si quieres reflexionar más sobre filosofía con preguntas incómodas, sarcasmo brutal y verdades que duelen, no te pierdas el especial de Ricky Gervais: Humanity en Netflix. Es un viaje brillante y crudo sobre la estupidez humana, el ego y la risa como espejo moral.

El nacionalismo extremo: cómo convertir el orgullo en xenofobia en 3 pasos (sin darte cuenta)
¿Qué diría Kant del nacionalismo actual? Seguramente algo así como: “El nacionalismo es como si cada órgano del cuerpo creyera que puede vivir sin los demás. Spoiler Alert: no puede."
En un mundo donde la pandemia cerró fronteras y los migrantes son criminalizados, la visión kantiana de una ciudadanía global suena más vigente que nunca. La paz no es ausencia de guerra, sino presencia de justicia global.
Además, Kant entendía que el sentimiento de pertenencia a una nación no debía convertirse en un pretexto para negar derechos a otros. El nacionalismo, cuando se transforma en exclusión, deja de ser identidad y se convierte en ideología peligrosa. En su lugar, Kant propone un patriotismo racional: amar tu país, pero no a costa de despreciar al resto del mundo.
¿Cómo pasamos del orgullo patrio a la xenofobia sin darnos cuenta?
Confundir amor por tu país con odio al extranjero. Porque, claro, nada grita más fuerte "¡Soy patriota!" como querer deportar al tipo que hace las mejores arepas del barrio.
Creer que tu cultura es la única válida. Si alguien come con las manos, habla raro o no ve el Mundial, claramente es una amenaza y no un ser humano (Ni que el Mundial fuese One Piece, porque si no ve One Piece, está permitido discriminar).
Usar la palabra 'identidad' como excusa para discriminar. "Es que no es nuestra gente", dices. ¿Y tú? ¿Naciste por autofecundación directamente del Himno Nacional o te parieron en un hospital como todos?


Aplicaciones prácticas de Kant (más útiles que tu app de meditación)
Kant no solo filosofaba en abstracto: tenía claro que el pensamiento debía guiar la acción. Aquí van algunas frases suyas y cómo podríamos usarlas hoy (sin necesidad de un doctorado en ética ni sesión de Ayahuasca):
“La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de todas las demás facultades.”
Usa tu libertad para pensar, disentir y crear, no solo para scrollear. Libertad no es elegir entre dos marcas de yogur en el súper, es tener criterio para no tragarte cualquier ideología con eslogan patriótico.“El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.”
Cambiar de opinión no es traición, es evolución. Si nunca cambias de idea, quizás no estás siendo fiel a tus principios… sino a tu terquedad nivel tío borracho en Navidad.“La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz.”
Educarse no es acumular títulos, es aprender a vivir con otros. Si tu currículum es brillante pero no puedes escuchar sin interrumpir, Kant te da un cero en humanidad.
La humanidad no es una raza, ni una bandera. Es una pregunta: ¿podremos vivir juntos sin destruirnos?
Y tú qué crees, ¿acaso Kant fue un visionario adelantado... o simplemente alguien que tuvo más fe en nosotros de la que merecíamos?
Si esto te hizo pensar, reír, o querer mudarte a un mundo sin fronteras, comenta y compártelo en tus redes. Y recuerda: Kant nunca salió de su ciudad, pero sus ideas llegaron más lejos que muchos pasaportes.
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